Efectivamente fue en 2010 cuando, después de varios años en el mercado de las DSLR tras la adquisición de Konica-Minolta en 2006, Sony dio el paso de lanzar una nueva montura propietaria y toda una serie de cámaras que en cierto modo han marcado el paso al resto de fabricantes a medida que evolucionaban.
Los nuevos modelos, que en aquella época se denominaron NEX, estrenaban la montura Sony E (para diferenciar de la Sony A, heredada de Minolta), que a día de hoy se ha convertido en la base sobre la que trabajan decenas de modelos de objetivo, tanto fabricados por Sony como por terceros (Sigma, Zeiss, Tamron, Samyang, etc.) Este sistema se ha convertido en uno de los más demandados por aficionados y profesionales, por lo que tanto la venta como el alquiler de cámaras Sony han ido creciendo de manera constante durante los últimos años.
Una nueva montura con infinitas posibilidades
La montura Sony E aprovechaba las ventajas inherentes a un diseño sin espejo, ofreciendo un mayor diámetro, menor distancia de la lente al sensor, y eliminando cualquier componente mecánico de control de apertura o enfoque que aún subsistía (¡y subsiste!) en otras monturas más antiguas. El resultado, a medida que fue aumentando la familia de lentes nativas, fue un aumento en la flexibilidad para diseñar objetivos con gran calidad de imagen, tanto por luminosidad y nitidez, como relativamente compactos en tamaño.
La decisión de Sony, ya en 2011, de liberar los detalles técnicos de la montura E para fabricantes seleccionados, ha hecho que el sistema no haya dejado de crecer. Normalmente, las marcas que fabrican lentes para esta montura buscan crear productos de nicho que complementen la selección más «convencional» cubierta por la propia Sony, aunque cada vez aparecen nuevos modelos que compiten directamente con los objetivos más populares.
La revolución está en el sensor
Durante los primeros años del nuevo sistema, Sony confió en el formato de sensor APS-C con factor de recorte 1.5x para todas sus cámaras NEX. Pero en 2013 llegó el paso que ha definido la evolución del mercado de cámaras fotográficas en la última década: el lanzamiento de la gama Sony A7 con sensores full-frame de gran resolución y todo un abanico de prestaciones que, por primera vez, ponían en duda el dominio a largo plazo de las todopoderosas DSLR.
Algunas de las desventajas iniciales de este sistema, como la ergonomía o la poca duración de la batería debido al uso de visor electrónico, se han ido reduciendo con los años, hasta llegar al momento actual en el que cada vez resulta más difícil justificar el uso de las DSLR excepto en desempeños muy específicos y profesionalizados.
Sony continua lanzando nuevos modelos tanto con sensor APS-C como full-frame, creando dos familias de productos enfocadas a tipos concretos de usuario, pero con el denominador común de la montura E así como otras funcionalidades aplicables a ambas gamas: por ejemplo, las cámaras Sony disponen de uno de los mejores sistemas de enfoque híbrido del mercado.
El futuro que viene
Hoy en día, la gama mirrorless de Sony ofrece algunas de las cámaras más avanzadas del mercado, modelos que están redefiniendo las posibilidades para que cada vez más usuarios puedan disfrutar de las mejores prestaciones a un precio asequible.
Si algo ha quedado claro a medida que tanto Sony como otros fabricantes apostaban su estrategia al mercado de las cámaras sin espejo, es que en un futuro próximo esta tecnología será dominante en el mercado, dejando a las DSLR un papel cada vez más reducido y especializado. Parece lógico prever que seguirán conviviendo durante varios años más, pero el punto de no retorno en cuanto al cambio de tecnología se encuentra ya en el pasado.
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